Espérame, amor mío,
que voy en la bicicleta
rota que he arreglado
pegando el manillar
al resto del artefacto
con un beso de amapola
que huele a tulipanes.
Tú espera que yo llego
más feliz que una hada
después de encontrarle
el príncipe a Cenicienta,
la mujer que no tenía
dinero para zapatos
por ser una pobre chica
que no heredó riquezas.
Ahí voy dando pedales
con mis delicados pies
que desean jugar
con tu precioso cuerpo
como juegan las mariposas
encima de la nevera.
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