La Posada del Marqués en Esporles, Mallorca es una possessió mallorquina del siglo XVI en la que sientes que regresas a un pasado glorioso. El presente es un hotel con encanto que disfrutamos durante un largo fin de semana con las niñas y con mi suegra. La madre de mi esposo quería alojarse en un lugar tranquilo. Mi marido eligió este alojamiento rural en plena sierra de Tramuntana.
Fue un acierto coger también la suite más grande. Todas las habitaciones están bautizadas con un nombre de mujer. La nuestra era la suite Doña Antonia. Era una suite grande y bien equipada. No echamos de menos un buen televisor de plasma ni un mini bar bien surtido.
Pero no fue nuestra suite lo que más me impresionó. Fue el comedor. Comer rodeada por muelas, poleas y grilletes de la antigua tafona, donde molían las aceitunas, es toda una experiencia. Cuando te sientas ante una mesa forrada con un mantel de color verde y con un sobremantel blanco casi no tienes hambre. Piensas que estás en un almacén. Miras para arriba y ves una techumbre alta apoyada en vigas de madera. Las paredes conservan la piedra vista. Unas luces tenues invitan a una sobremesa larga llena de confidencias. Mi suegra quedó encantada. No había el turismo de sol y playa que tan poco le gusta últimamente. Era lo que llaman todos turismo de calidad, gente con dinero que busca alejarse del mundanal ruido teniendo el ruido cerca si opta por salir de la tranquilidad de la Posada del Marqués.
Los platos del restaurante son mediterráneos. No inventan mucho, ni falta hace. Es mejor optar por un pescado que conocemos todos y por unos arroces que están muy bien para los estómagos delicados. No faltan ensaladas y sopitas frescas.
Os recomiendo la Posada del Marqués en Esporles, Mallorca. Es una casa rural con casi veinte habitaciones en la que encuentras una tranquilidad poco habitual en la Mallorca más conocida por el gran turismo. Mi suegra quedó tan contenta que quiere volver. Hasta tenía una iglesia cerca para sus rezos: la Ermita de Maristella. Iba andando. Palma de Mallorca queda a sólo 11 kilómetros.
Fue un acierto coger también la suite más grande. Todas las habitaciones están bautizadas con un nombre de mujer. La nuestra era la suite Doña Antonia. Era una suite grande y bien equipada. No echamos de menos un buen televisor de plasma ni un mini bar bien surtido.
Pero no fue nuestra suite lo que más me impresionó. Fue el comedor. Comer rodeada por muelas, poleas y grilletes de la antigua tafona, donde molían las aceitunas, es toda una experiencia. Cuando te sientas ante una mesa forrada con un mantel de color verde y con un sobremantel blanco casi no tienes hambre. Piensas que estás en un almacén. Miras para arriba y ves una techumbre alta apoyada en vigas de madera. Las paredes conservan la piedra vista. Unas luces tenues invitan a una sobremesa larga llena de confidencias. Mi suegra quedó encantada. No había el turismo de sol y playa que tan poco le gusta últimamente. Era lo que llaman todos turismo de calidad, gente con dinero que busca alejarse del mundanal ruido teniendo el ruido cerca si opta por salir de la tranquilidad de la Posada del Marqués.
Los platos del restaurante son mediterráneos. No inventan mucho, ni falta hace. Es mejor optar por un pescado que conocemos todos y por unos arroces que están muy bien para los estómagos delicados. No faltan ensaladas y sopitas frescas.
Os recomiendo la Posada del Marqués en Esporles, Mallorca. Es una casa rural con casi veinte habitaciones en la que encuentras una tranquilidad poco habitual en la Mallorca más conocida por el gran turismo. Mi suegra quedó tan contenta que quiere volver. Hasta tenía una iglesia cerca para sus rezos: la Ermita de Maristella. Iba andando. Palma de Mallorca queda a sólo 11 kilómetros.
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Naufragó en el año 1547 y volvió a naufragar en el 2.017. Es lo que pasa cuando vives tantos años: tienes tiempo a hundir un barco en la ría de Ribadeo y a perder la tabla de surf en la misma ría. palabraspintadas1.blogspot.com |
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