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miércoles, 6 de marzo de 2019

La Casa del Marqués de Santillana del Mar


A mi marido le gusta mucho Santillana del Mar y estaba loco por pasar unos días en el Hotel Casa del Marqués de Santillana porque tiene cinco estrellas. Mi santo ve un cinco estrellas y quiere entrar a disfrutarlo. La verdad es que no había mucho que disfrutar. No sé por qué le han dado la quinta estrellas. Supongo que será por su buena ubicación en el centro del pueblo, en la calle Cantón, y porque el edificio es del siglo XIV.

El hotel es pequeño. No es más que una casona solariega en la que en su día vivieron unos ricachones de Cantabria que eran marqueses. Debían ser muy religiosos. De otra manera no hubieran aguantado aquel ruido de las campanas a todas horas. A mí me agobió un poco tanta campana. Despertaba con el ruido de las campanas. Sabía la hora pro el sonido de las campanas. No me hacía falta reloj.

El vestíbulo del hotel me pareció chulo con su papel pintado. Recuerda las paredes regias de los antiguos palacios. La decoración rústica afrancesada está presente por toda la casona. Hay mucha madera pro todas partes. ¿Y qué decir de las alfombras? en mi vida había visto más alfombras. Las había de todos los tamaños: pequeñas, grandes, medianas. Los colores también eran variados. Tuve que pedirles a los de recepción que quitaran alfombras de nuestra habitación. No me gustan. Se veían limpias, pero no, yo no aguanto tanta alfombra. Mi marido se fijó en que no había flores. No sé por qué asocia las alfombras con los floreros. Debe ser porque en casa no hay ni alfombras ni flores en ninguna habitación de dormir.

Os recomiendo el Hotel Casa del Marqués de Santillana pese a que no merece la quinta estrella que tiene. Con cuatro estrellas ya estaría sobrado. También os recomiendo coger una habitación de la primera planta. Son las mejores. La nuestra era grande y luminosa. entraba la luz a raudales por las ventanas ojivales que daban a un jardín verdoso muy bien cuidado.

Lo que no me gustó nada fue el desayuno. No estaría nada mal para un hotel de menos estrellas. La bollería industrial estaba blandita. En el desayuno no se paran. Deberían al menos quitarles el plástico a los bollos. Me contenté pensando que este hotel debe ser el cinco estrellas más barato de España. Mi marido quedó contento con el precio.

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